Según la teoría de la Formulación, el niño/a no crea una obra cuando se expresa a través del lenguaje plástico, sino que obedece a una necesidad determinada por su programa genético y que nace de su memoria orgánica. Esta necesidad va intrínseca en su evolución y surge de manera no intencional.
Necesidad, que según Arno estamos dejando de lado en nuestras relaciones con los niños/as, coartando su desarrollo con evaluaciones, valoraciones y preguntas que no hacen otra cosa que minimizar las capacidades inherentes en el niño/a.
Para favorecer el desarrollo de la formulación son necesarias ciertas condiciones tanto espaciales como sociales. Condiciones que se crean en nuestro taller, donde los niños/as acuden a llevar a cabo el juego de pintar.